Archivo mensual: noviembre 2012

El Rompecocos 8 – Día de Muertos

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008 – Día de Muertos

Un poco atrasado, lo sé, pero la semana de evaluaciones impidió su puntual publicación… Un saludo.

Amor Por El Bosque

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Había una vez un bosque lleno de trastos viejos y florecillas nuevas, entre los que inconscientemente alegres, corrían, volaban, saltaban o simplemente transitaban sus habitantes naturales: gorriones, vaquitas de San Antonio, mulitas, zorrillos, liebres, perdices, ranas, cotorras, picaflores, etc. Las relaciones zoo-cio-lógicas era relativamente buenas. Después de la lluvia, los hongos nacían como hongos y eso daba abundante motivo a los cantos, graznidos, cotorreos, mugidos, rebuznos y otros medios de comunicación de masas.

 

Las flores eran vulgares y silvestres, pero por lo menos nadie las pisoteaba. Con su zamba de una sola nota, las insistentes ranas llenaban la noche: eran verdaderamente llenadoras. En épocas de relativa escasez los animales mayores corrían la liebre, pero cuando la escasez era más grave, hasta las liebres corrían la liebre. Sin embargo, y pese a todas las dificultades de la vida salvaje, aquél era un bosque feliz. Naturalmente, había objeciones contra la tozudez de las mulitas, la difamación de las cotorras o la ronca sapiencia de los sapos, pero después de todo, un picaflor tenía los mismos derechos que un yacaré; la única diferencia estaba en la dentadura. Todos estaban autorizados a ver el cielo que aparecía en las altas ramas y cuando las calandrias cantaban el himno del bosque, los pinos se quitaban respetuosamente las copas y todos los árboles lo escuchaban de pie.

 

Por supuesto, un bosque es un conjunto de árboles y matas, pero en él todo marcha mucho mejor cuando se arbola que cuando se mata. Esto no pareció importarle demasiado a un hombrecito ceñudo y sañudo que apareció en el bosque una mañana gris. De entrada miró con resentimiento arbustos y alimañas. Como anticipo pisoteó un escarabajo y le arrancó lentamente las alas a una mariposa.

 

Al día siguiente vino con otros hombrecitos igualmente ceñudos y sañudos, acompañados de extraños instrumentos, herramientas y maquinarias. Durante dos o tres semanas, indiferentes a las más hondas aspiraciones de la flora y de la fauna, taló y taló. No dejó un solo árbol en pie. Los animales y los animalitos que por algún azar lograron sobrevivir a la hecatombe, pasado el estupor inicial, huyeron despavoridos.

 

Por fin, el hombrecito hizo cargar todos los troncos en enormes camiones. Sólo una tortuga quedó, por razones que ustedes podrán imaginar, para presenciar esta última operación. Por tanto, fue ella el único testigo de un extraño gesto: el hombrecito desenrolló un gran cartel y lo colocó en el primero de los camiones. Como la tortuga era analfabeta y lo colocó en el primero de los camiones, no pudo enterarse del texto del letrero que decía: Yo quiero a mi bosque. ¿Y usted?

La Hermandad – Ven A Cantar

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¡Saludos, estimados alumnos! He aquí el link para la canción que interpretaremos durante la última ceremonia: http://www.youtube.com/watch?v=k8bTBPwW8Fw