Archivo de la categoría: Comunicación para la Interacción Social

La comunicación es parte integral del desarrollo del hombre; por ello, en esta categoría encontrarás herramientas que favorezcan tus habilidades en el rubro.

El Día Más Claro

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Después de la noche llega el día…Green_Lantern_The_Brightest_Day-56

Amor Por El Bosque

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Había una vez un bosque lleno de trastos viejos y florecillas nuevas, entre los que inconscientemente alegres, corrían, volaban, saltaban o simplemente transitaban sus habitantes naturales: gorriones, vaquitas de San Antonio, mulitas, zorrillos, liebres, perdices, ranas, cotorras, picaflores, etc. Las relaciones zoo-cio-lógicas era relativamente buenas. Después de la lluvia, los hongos nacían como hongos y eso daba abundante motivo a los cantos, graznidos, cotorreos, mugidos, rebuznos y otros medios de comunicación de masas.

 

Las flores eran vulgares y silvestres, pero por lo menos nadie las pisoteaba. Con su zamba de una sola nota, las insistentes ranas llenaban la noche: eran verdaderamente llenadoras. En épocas de relativa escasez los animales mayores corrían la liebre, pero cuando la escasez era más grave, hasta las liebres corrían la liebre. Sin embargo, y pese a todas las dificultades de la vida salvaje, aquél era un bosque feliz. Naturalmente, había objeciones contra la tozudez de las mulitas, la difamación de las cotorras o la ronca sapiencia de los sapos, pero después de todo, un picaflor tenía los mismos derechos que un yacaré; la única diferencia estaba en la dentadura. Todos estaban autorizados a ver el cielo que aparecía en las altas ramas y cuando las calandrias cantaban el himno del bosque, los pinos se quitaban respetuosamente las copas y todos los árboles lo escuchaban de pie.

 

Por supuesto, un bosque es un conjunto de árboles y matas, pero en él todo marcha mucho mejor cuando se arbola que cuando se mata. Esto no pareció importarle demasiado a un hombrecito ceñudo y sañudo que apareció en el bosque una mañana gris. De entrada miró con resentimiento arbustos y alimañas. Como anticipo pisoteó un escarabajo y le arrancó lentamente las alas a una mariposa.

 

Al día siguiente vino con otros hombrecitos igualmente ceñudos y sañudos, acompañados de extraños instrumentos, herramientas y maquinarias. Durante dos o tres semanas, indiferentes a las más hondas aspiraciones de la flora y de la fauna, taló y taló. No dejó un solo árbol en pie. Los animales y los animalitos que por algún azar lograron sobrevivir a la hecatombe, pasado el estupor inicial, huyeron despavoridos.

 

Por fin, el hombrecito hizo cargar todos los troncos en enormes camiones. Sólo una tortuga quedó, por razones que ustedes podrán imaginar, para presenciar esta última operación. Por tanto, fue ella el único testigo de un extraño gesto: el hombrecito desenrolló un gran cartel y lo colocó en el primero de los camiones. Como la tortuga era analfabeta y lo colocó en el primero de los camiones, no pudo enterarse del texto del letrero que decía: Yo quiero a mi bosque. ¿Y usted?

La Familia Presidencial

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Analicemos el cuadro de Fernando Botero, La Familia Presidencial:

¿Cuántos hombres hay en ella?

¿Cuántas mujeres?

¿Cuántos animales?

Las personas son simbólicas; tienen atributos no tangibles:

¿Quién representa el poder?

¿Quién el poder militar?

¿Quién a la iglesia?

¿Quién los privilegios de la niñez?

¿Quién representa la burocracia?

Hay tres símbolos de peligro que no son personas, ¿cuáles son?

Observen:

¿Quién tiene guantes en la mano?

¿Quién tiene un pequeño avión?

¿Quién fuma?

¿Quién saluda con la mano?

¿Quién lleva sombrero?

 

Instrucciones para subir una escalera

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Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón.

Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

Julio Cortázar, “Instrucciones para subir una escalera,” Historias de cronopios y de famas, Alfaguara, México, 1996, p.10

 

Los instructivos son un conjunto de indicaciones para efectuar alguna operación. En la época actual, comprender y utilizar instructivos no sólo nos facilitan las acciones de aprendizaje y diversión, sino que además nos ayudan a resolver situaciones conflictivas, por ejemplo, cómo actuar en un caso de sismo.

 

Escribe tu propio instructivo:

ぁ  Para contestar el teléfono celular.

ぁ  Para escuchar música.

ぁ  Para lavarte las manos.

El Deber Cumplido

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Por Andrés Díaz Marrero

«¡Maldito sea! No quiero seguir pensando en eso; es que estoy… ¡Eso es!, estoy nervioso. No quiero saber más de este asunto. Con la ayuda de Dios, me consigo una pensioncita y me retiro. ¡Diantre!, yo… yo no quería… yo sólo… ¿Será que soy blandito como dice el teniente? ¡Qué escalera más larga! Bueno, ya llegué, ¡Qué demo…! No. No debo de hablar así. Yo no acostumbro a expresarme de esa forma. ¿Estarán todas esas personas esperando al… al médico? ¡Qué médico ni que ocho cuartos, es un siquiatra y se acabó! Bueno, si puedo pensar, en forma clara y lógica, como lo hago, entonces estoy bien; es decir, estoy completamente cuerdo; sí, sí, tal vez un poco nervioso… ¡Aunque cualquiera se pone así! Uno se embolla en… en el… en ese trabajo, y… Deja sentarme, mirar alguna revista, leer algo… cualquier cosa para matar el tiempo. ¿Matar? ¿Por qué no puedo olvidar esa maldita palabra?» -¡Carajo! -Perdonen señores; perdone usted señorita. Fue un pensamiento en voz alta; ¡perdóneme!

 

“Déjame hojear esta revista. ¡Qué metida de pata! Siento como si todos me estuvieran mirando. Cerveza Schaeffer es la mejor cuando… Una palabra se le zafa a cualquiera. La cuenta Ideal es… El reloj irrayable… La salchicha del sabor… Tome Pepsi… Me están mirando; yo sé que me están mirando; pero no los voy a mirar. ¡Anuncios! ¡Qué muchos anuncios! Bueno, aquí hay algo: Diez síntomas que anuncian la infidelidad de su pareja. Interesante título. Aunque, eso no va conmigo; pero, hay que leer de todo, pues como dice el refrán, Cuando uno está de malas hasta la mujer… ¡Ah!, llamaron a otro; pronto llegará mi turno. ¡Dios mío! No hago nada más que estar un ratito sin hacer nada y vuelvo a pensar en… ¡y no quiero! Fue una equivocación; esas cosas pasan. Me acuerdo de la vez que pillé al hijo del senador con estupefacientes.

 

Bueno, eso de meterse uno con los de arriba, de que me trasladaran a Vieques o a Culebra, a la verdad que no me agradaba; en esta vida el pez grande se come al más chiquito. Lo del hijo del senador había que dejarlo quieto. ¡Claro que pesqué mi ayudita! Turnos de día, cero plantones, cero quemarse en el tráfico del medio día con el sol pegado a la espalda… ¡No señor! Mejor el patrullaje en auto, y, bueno, había que cobrar el favorcito. Después de todo, ¡allá Marta con sus pollos!, el que quiera drogarse que se… ¡Tan bien que me iba! ¿Qué más podía pedir, con seis años en la fuerza y sargento? ¡Lo qué son las cosas, tener que pasarme esto! ¡Esa mujer, qué linda es! La verdad es que tiene unas piernas… ¡qué si yo…! Yo soy un hombre joven y tengo la vida por delante…

 

…Con la pensión que el Fondo del Seguro me apruebe y lo que reciba del Seguro Social, se vive bien; y esto es pa’ seguida, pues por los nervios no hay que someter tanta evidencia. Los siquiatras con tal de mantener el negocito… ¡Jum! ¡Olvídese usted!, que en este país todo se compra; y yo no soy el único que… Bueno, para mí lo primero es la salud; aunque en este trabajo que tengo siempre se tiene la vida en peligro. ¿Tengo? ¡Tengo no, tenía! Tenía porque lo que soy yo aprovecho, y… Hay que pensar siempre positivo; todo me va a salir bien. Claro que…”

 

-Sí gracias. ¡Ay!, lo siento, creía que era por esa puerta. Sí, sí, ya sé. “¡Cómo se gana los pesos este médico!, con aire acondicionado alfombras a todo lujo…”

 

-Gracias, ¡Sargento Riollano para servirle! No, de Comerío; del Salto de Comerío. Mi familia todavía vive por allá. Bien doctor, lo que pasa es que odio a la gente que quiere pasarse de la raya. Ese tipo era de esos… usted sabe, había una huelga, yo… yo, yo… bueno, aquel día en la mañana… dio un discurso frente a los portones de la empresa y allí habló pestes del Cuerpo; o sea de la Uniformada. ¡Nos embarró como le dio gusto y gana! Dijo que nosotros éramos peones de los ricos. Que estábamos en contra de los trabajadores y en contra de nuestros propios intereses. ¡Y qué cosa!, nos llamó obreros; sí, dijo que éramos obreros; que vivíamos engañados, que los ricos nos usaban, que nos ponían a pelear entre nosotros mismos; que… ¡No le digo qué ese tipo era subversivo! Sí, ¡un verdadero comunista! ¿Yo? Yo soy católico. Soy de los Caballeros de Colón, y, creo… ¡Creo no! ¡Estoy convencido! ¡Convencido de que los Comunistas, los Aleluyas, y los Pipiolos lo que quieren es destruir a nuestro país! Yo no; yo lo que quiero es defender la democracia. Siempre lo he hecho. Cuando era adolescente fui miembro del Civil Air Patrol. Cuando llegué a adulto serví en el U.S. Army; y cuando me licencié, ingresé en la Policía; a luchar por la ley y el orden; por la democracia. Yo soy americano. Americano de clavo pasao. Vivo orgulloso de ser ciudadano de los Estados Unidos. ¿Sabe, yo estuve estacionado en Fort Brag? Yo he visitado varias ciudades allá en el norte. No, no he visitado ningún otro país. Pues, me licenciaron un poco antes de tiempo; bueno, usted sabe… yo sólo hablaba un poco el Inglés; y no lo sabía leer ni escribir. Ese tipo era peligroso doctor. Lo sé; porque en la academia… No, no me refiero a esa, me refiero a la Academia de la Policía; allí nos mostraban películas de como son esos agitadores. Además me había caído mal con lo del discursito. Yo no soy un obrero. ¡Soy un profesional! Porque ser policía es ser un profesional. ¿Entiende? Obrero es el que no es profesional. Bueno, sí, me encuentro un poco nervioso; es que nunca había… Bueno, de vez en cuando daba mi bofetada o uno que otro macanazo; pero eso era antes de ser sargento. Desde que me ascendieron, usted sabe, ya uno no tiene necesidad; uno manda. ¿El próximo viernes? Está bien. Gracias por su ayuda. Sí, en la farmacia del Fondo del Seguro. Una cada seis horas. Bien, bien, pues… gracias.

 

“¡Caramba! ¡El doctorcito era buena gente; me va a recomendar favorablemente para la pensión! La oficina tiene su lujo; pero a la verdad que para estudiar medicina hay que quemarse las pestañas por largo tiempo. Tiempo… ¡Jum! tiempo es lo que me sobra a mí. Mucho tiempo… Todo el mundo tiene su lado flaco; el día que le robaron los vasos y los candelabros del altar de la iglesia al Cura, hasta el teniente pegó freno… En verdad me sorprendió cuando lo hizo, porque cuando supimos que los ladrones no habían respetado ni el sagrado templo y que se habían robado hasta el cáliz de la comunión, nos dio tanta rabia que… Bueno, recuerdo que el teniente me ordenó que le buscara a otros dos agentes más; para que juntos le arregláramos el asuntito ese al sacerdote; fue entonces, cuando el Padre Cura dijo que los cacos vivían en Canales; sí, ¡en el caserío Nemesio Canales! A la verdad que yo no había visto nunca al teniente tartamudeando. La cosa fue que pegó un frenazo que por poco deja las guaretas en la brea. Allá convenció al Padrecito de que para entrar al Caserío Nemesio Canales se necesitaba la Fuerza de Choque de la Policía; que Canales era territorio de nadie; y que él no deseaba arriesgar la vida de sus hombres. Y… ¡Y ese fue el mismo que me llamó blandito por lo de la huelga! ¡Blandito! ¡Más blandito es él que…! ¡Ja! El Cura se quedó con la cara estirada, sin cáliz y sin candelabros. ¿Blandito? ¡So bruto! Lo que pasa es que cada cual sabe cómo se bate el cobre; esos tipos de Canales no se quieren pa’ na’; te limpian el pico sin encomendarse a nadie; y al otro día te encuentran con la boca llena de hormigas en un pastizal. ¡Y por el sueldo que a uno le pagan…!

 

¡Pobre infeliz!, yo nunca quise… Le dije que se callara; se lo grité una y otra vez; pero siguió hablando y hablando. Todo porque ordené que se protegieran a los que querían entrar. Bueno, yo sabía que no eran empleados regulares, pero eso a mí me importa un pepino. El que quiera su trabajo que trabaje y que no se ponga a piquetear. Aquella mujer sí que era tremenda artista; la verdad es que una cosa así para pasar un día completo echado… ¡no tiene precio! Él mismo se lo buscó por seguir bembeteando; por no querer callarse, por eso… ¡Suerte que con la ayuda de mis compañeros todo quedó bien! Fue… un tiro que se le zafó a uno de los huelguistas. El caso se cerró y pa’lante. Bueno, no puedo quejarme; después del problemita, el Club Rotario me seleccionó Ciudadano del Año. Estoy a punto de pensionarme; y lo más importante es que la pensión no me impide conseguir algunos pesos adicionales con las chiripas que pueda hacer aquí y allá. Todo eso, más los cupones para alimentos; y con las conexiones que tengo… ¡Bueno para algo hice mis favorcitos! Lo del muerto fastidia; pero, sé que lo olvidaré; después de todo, no soy el primero. Todo es cuestión de tiempo. Cuestión de tiempo y del tratamiento…”

 

Responde en tu cuaderno.

  1. ¿De qué trata la lectura?
  2. ¿Quién es el protagonista de la historia? Enlista sus características físicas y/o psicológicas.
  3. ¿Consideras que “El deber cumplido” es una obra sencilla?
  4. El párrafo que te resultó más fácil fue el núm. __________ Explica por qué.
  5. ¿Cuál crees que haya sido la intención del autor al momento de escribir “El deber cumplido”?
  6. ¿El cuento tiene alguna semejanza con tu entorno social?

El Lorito…

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Estimadísimos alumn@s: favor de copiar, pegar e imprimir la lectura para la próxima sesión. Que tengan un excelente fin de semana.

El Lorito

Houdini se escapaba siempre. El primer día, levantó la puerta de la jaula, con su pico poderoso, y salió. El segundo día, alzó el piso por abajo. El tercer día, hizo un agujero en la malla de alambre.

Se escapaba; pero no llegaba lejos. Algo caminaba, a los tumbos, y se caía.

Sus secuestradores le habían cortado un ala, cuando lo cazaron en la selva. Kitty Hischier lo encontró en el mercado de Puerto Vallarta. Le dio lástima, lo compró para liberarlo. Como Houdini no podía arreglarse solo, y mutilado como estaba se lo comía cualquiera, ella decidió llevarlo, enjaulado, en su camioneta. Tenía la intención de pasarlo, clandestino, por la frontera. Houdini iba a ser uno más entre los miles y miles de mexicanos indocumentados en Estados Unidos.

Al cuarto día, Houdini intentó la fuga por el techo, pero ya no le daban las fuerzas. Él no hablaba ni comía. Kitty le ofrecía palabras, en español y en inglés, y le ofrecía lechuguita, semillas de girasol y uvas; pero Houdini seguía callado, y arrojaba alimentos fuera de jaula.

Mudo, inmóvil, murió. En huelga de lengua, en huelga de hambre.

Por Eduardo Galeano, publicado en La Jornada del 4 de julio de 1999.

Lenguaje, lengua y habla… ¿Qué onda con ellos?

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Entre lengua y lenguaje existen cierros matices que conviene aclarar. En principio, lenguaje es la capacidad o facultad que tiene todo ser vivo para comunicarse; en el caso del ser humano, esa capacidad se concreta al producir sonidos articulados para manifestar lo que piensa o siente.

Pero tomemos en cuenta que los conceptos tienen más de un significado o ciertas variaciones en su definición, lo mismo pasa con el concepto de lenguaje. Algunos estudiosos de la comunicación también lo catalogan como “la manera de expresarse” de ciertos hablantes; es decir, como el estilo. Así, se dice que fulano tiene un lenguaje culto o florido, sencillo, coloquial, áspero, rebuscado, escaso o abundante.

En cuanto a la acepción de lengua, ésta se define como un sistema de comunicación verbal (oral/escrito) creado por los integrantes de una sociedad para comunicarse. En un sentido más académico puede entenderse como un “sistema abstracto de signos lingüísticos.” En otras palabras, lengua es sinónimo de idioma.

Si has tenido la oportunidad de viajar a otra región del país o al extranjero, habrás notado que los hablantes de esos lugares también ejercen el lenguaje con soltura, incluso utilizan los mismos sonidos y letras, pero no siempre los entendemos. Hay variaciones en el modo de articular y en ocasiones no es posible establecer una comunicación; esto se debe a que existen diversas lenguas o idiomas. Se calcula que existen más de 5,500 lenguas en el mundo, muchas de ellas en proceso de extinción por su reducido número de hablantes.

Don Gumersindo

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Mi gran amigo, y uno de mis mejores maestros, Don Gumersindo del Pedregal, nació en 1918 y, cuando era pequeñito ponía mucha atención a lo que platicaban los mayores, especialmente los abuelos y los tíos abuelos muy dados a hablar de los acontecimientos históricos de su infancia y juventud. Cuando la plática se ponía muy fuerte, el pequeño Gumersindo se hacía el dormido con el objeto de que los mayores no anestesiaran sus palabras, pero entonces era reprendido: “Si no vas a poner atención a lo que se dice, mejor vete.” En su familia no había censura, se hablaba de todo. Cuando cumplió los once años comenzó a leer el periódico todos los días. Lo que en su momento fue noticia, ahora es historia.

Platicar con el Sr. del Pedregal es una verdadera clase de historia, pero más amena que una clase común, porque todo lo que platica que ha leído en los periódicos, lo salpica con anécdotas de su barrio, de su familia, de los amigos del momento al que se está refiriendo, de su cotidianeidad; es algo así como una novela viviente.

Don Gumersindo del Pedregal tenía una hija adolescente muy locuaz (ahora es una cuarentona), un día Don Gumersindo le dijo a su hija con consternación: “Mataron al Che Guevara,” la hija puso cara de asombro y de duda; se preguntaba “y será una buena o una mala noticia.” El sagaz de su padre la atajó: “No sabes quién es el Che, ¿verdad?” La hija que tenía su amor propio y carecía en absoluto de modestia, le contestó: “¡Claro! Un futbolista, de lo que no estoy segura es si es del América o del Universidad.” El Sr. del Pedregal montó en cólera: “Pero es que ¡nunca lees el periódico! De hoy en adelante, cuando regreses del colegio tendrás que leer los encabezados, la primera plana y por lo menos un editorial. A la hora de la comida me comentarás las noticias más importantes.”

¡Pobre Carmencita, que así se llamaba la frívola hija de Don Gumersindo! Leía día con día las noticias más importantes y entendía nada de nada, pero poco a poco se tuvo que ir interesando con las explicaciones de su padre y ahora te cuenta la vida y milagros del Che Guevara; te recita de memoria las cartas de Marcos y es la única persona que conozco en este país que sabe qué demonios pasó en la antigua Yugoslavia. Lo que sí, se queja eternamente de su padre, que por su culpa es miope, porque el periódico al que estaban suscritos en casa tenía la letra muy chica y que se tardó tanto en casarse porque todos sus pretendientes le parecían retrasados mentales, ya que no sólo ignoraban quién era el Che, sino que ni siquiera estaban enterados de los nombres del gabinete presidencial en turno.

Yo salía a comer con frecuencia a casa de los Del Pedregal y fui testigo de las regañizas que Don Gumersindo le propinaba a su hija, entonces tuve que aplicarme al igual que ella para tratar de averiguar qué era lo importante y qué lo intrascendente en las interminables páginas de los periódicos de aquel entonces, ya que el Sr. del Pedregal me reñía al parejo que a Carmencita.

Con el tiempo descubrí que aparte de la lectura de la noticia en sí, era divertido ver cómo en cada periódico ésta se daba de manera distinta, apreciar esos matices me ha ayudado a comprender por qué en un mismo grupo social la gente tiene tan diferentes puntos de vista y, en muchas ocasiones, no logran ponerse de acuerdo. Y qué decir de las páginas editoriales, donde las plumas más críticas se dan unos agarrones peores que los que llegué a presenciar en la mesa de Don Gumersindo del Pedregal.

Por Sara Martínez

*Contesta las siguientes preguntas en tu libreta (recuerda utilizar tintas negra y azul, y fechar tu trabajo):

1.- ¿Por qué Don Gumersindo consideraba importante estar informado?

2.- ¿Cuál era el uso que el señor le daba al periódico?

3.- ¿Qué le molestaba a Don Gumersindo de su hija?

4.- ¿Cómo logró Carmencita complacer a su padre?

5.- ¿Cuál es el mensaje que te deja este relato?

Mapas

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Mapas

Apreciables estudiantes: además de leer y analizar la primera entrada del blog, descargarán el documento adjunto y realizarán (después de su lectura, por supuesto) un reporte en la libreta.

¿Por qué nos comunicamos?

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El término comunicar proviene del latín communicâre, que significa “poner en común, hacer a otro partícipe, manifestar o transmitir algo a alguien.”

¿Cómo sucede la comunicación? Mediante un código compartido entre quienes comunican. Implica la INTERACCIÓN entre dos o más personas inmersas en un marco social y que se entienden gracias que comparten un sistema común, como es el idioma. Por ejemplo, tú te entiendes con la gente porque compartes ese código general que es el idioma. Pero también se comparten otros códigos de entendimiento (frases hechas, gestos, señas, movimientos, etc.).

Ahora bien, el proceso de la comunicación pareciera automático, en línea, como si no dependiera de otros factores. Pero no es así, basta a veces un simple ruido o una INTERFERENCIA para que ocurra la incomunicación entre personas que conversan.

Es importante ejercer la comunicación en cualquier ámbito y contexto. En este momento que eres estudiante desarrollas tus aptitudes comunicativas, lo cual refuerza tu modo de ser ante las demás personas. Comunicarte comprueba que estás adquiriendo las herramientas suficientes para ser un ciudadano participativo en tu comunidad y en la sociedad en general.