Archivo mensual: septiembre 2013

El abuelo, el nieto y el burro

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Un hombre de avanzada edad debía ir al pueblo, en el interior, a la ribera del Nilo para comerciar con unos mercaderes. Dado que el trayecto no era largo y la temperatura era buena, decidió llevarse a su nieto, ya que el pequeño jamás había visto el gran río que les daba vida. Con el debido permiso materno, abuelo y nieto, en compañía de un burro de que se servía el primero para desplazarse, emprendieron el camino.

Al atravesar el primer pueblo de su recorrido, el anciano iba a pie, sin prisas, y su nieto cómodamente subido a lomos del burro. Entonces, una mujer apostada a la puerta de su choza, comentó en voz alta a una vecina:

-Fíjate qué crueldad la de nuestros hijos. Ese pobre anciano ha de ir a pie, mientras que el niño, que a todas luces es más joven y fuerte, va tranquilamente sentado y sin cansarse sobre el burro.

Al salir del pueblo, el anciano reflexionó en torno a las palabras de la mujer, y entonces decidió que tal vez tuviera razón. Por ese motivo, antes de llegar al siguiente poblado, decidió cambiar. Se subió a lomos del burro e hizo que su nieto caminara a su lado.

A mitad del poblado otras dos mujeres que llevaban la ropa a una acequia, se quedaron mirándolos. Y una de ellas, la más belicosa, exclamó airada:

-Ya no tenemos consideración para con nuestros hijos, los pobres. Fíjate en ese hombre, sin duda aún fuerte y capaz pese a su edad, desplazándose cómodamente sentado en su burro mientras que el pequeño, mucho más frágil y débil, ha de hacerlo a pie, fatigándose y poniendo en peligro su salud.

Al salir del poblado, el anciano meditó las palabras de la mujer, y decidió no tener que oír nuevas recriminaciones por parte de nadie más, optó por atravesar el siguiente pueblo sentado con su nieto a lomos del burro.

Casi a orillas de la tercera aldea escuchó una vez más la voz de una mujer que le decía con ira a una vecina:

-¿Has visto alguna vez tanta crueldad? Mira ese pobre animal, que apenas si es un pollino, teniendo que soportar el peso de dos personas cuando a duras penas debe poder con el suyo.

Ya fuera de la aldea, abuelo y nieto pusieron pie en tierra. Para entonces, era tal la zozobra del pobre hombre que ya no supo qué hacer al acercarse al siguiente poblado, a orillas del gran Nilo. Dado que las tres primeras alternativas habían resultado motivo de queja por parte de otras tantas personas, ¿qué más quedaba por hacer?

Y decidió lo único posible.

Ambos entraron a pie en el pueblo final con el burro a su lado.

Entonces escucharon una carcajada y la voz de una mujer que, apoyada en una ventana, llamaba la atención de su vecina diciendo:

-Hay gente tonta. ¿Para qué llevan un burro en un viaje si luego no lo utilizan y lo hacen a pie?

Saliendo a la orilla del Nilo, con los pies sumergidos en sus aguas, aquel anochecer el abuelo le dijo a su nieto:

-Salim, es bien cierto que nunca llueve al gusto de todos, y cada cual ve lo que quiere ver y no lo que siente el otro. Y puesto que cada persona es un mundo y cada razón la propia, debes guiarte siempre por lo que dice tu corazón, actuando con nobleza y honestidad. El resto ya no depende de ti.

-¿Y el juicio de los demás?

-Valóralo, pero sigue el tuyo. Tu instinto debe ser siempre tu guía.

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El proceso de la escritura

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Cuando se ha adquirido el hábito de la lectura se tiene un gran trecho recorrido para lograr una buena escritura. Son dos actos que se complementan. La redacción es una de las herramientas más poderosas con que cuentas para expresarte, es decir, para crear documentos. Ahora bien, el proceso de la escritura requiere aguzar todos los sentidos: prestar atención para identificar con exactitud qué se quiere decir en el texto.

 

 

 

 

 

 

¿Qué haces antes de redactar un texto?

 

 

 

Planeación

Planear en redacción tiene la misma importancia que en el mundo de la construcción lo tiene el acto de trazar o formar el plan de una obra, y en tal encomienda primero debes dar respuesta a preguntas clave como: ¿Qué pretendo comunicar?, ¿Cuál es la intención?, y ¿Cómo puedo expresarlo?; siempre pensando en que debes producir textos propios, sin importar que sean párrafos cortos. Más vale un escrito breve pero propio que llenar cuartillas copiadas tal cual de otro autor o bajadas de internet.

Redacción del texto

Cuando te sientas a escribir debes mentalizarte para vivir esta experiencia constructiva, aleccionadora. El primer párrafo es la introducción, la carta de presentación, la oportunidad de “atrapar” al lector para que continúe y se interese por el tema.

Como parte de la virtud y de la sencillez que tiene la escritura, armar un párrafo es una encomienda fácil si se está dispuesto a lograrlo. Se trata de unir enunciado más enunciado. Un enunciado es la construcción de la frase respetando el orden lógico gramatical: primero colocas un sujeto, luego el verbo, el predicado y los complementos necesarios. En el párrafo las oraciones se relacionan e integran para darle unidad; en su construcción se pone en juego la capacidad de quien escribe, coopera con su pensamiento y sentimiento para crear las ideas.

Revisión

Revisar un borrador permite:

# Releer las ideas y reflexionar si están bien planteadas.

# Examinar qué tan largas o cortas son las frases y si armonizan en conjunto.

# Corregir faltas ortográficas.

# Cuidar que los párrafos conserven la misma extensión.

# Identificar las partes confusas.

# Usar sinónimos donde hay repeticiones.

Reescritura y estilo

Después de revisar el texto e identificar los fallos, el paso subsecuente es corregir, eliminar o agregar donde sea necesario. Y algo esencial: hay que reescribir las partes confusas o poco claras. Si fuera el caso: tendría que reescribirse el texto completo.

Reescribir ayuda a pulir el texto, hacerlo liviano, ligero, comprensible. Es cuando descubres que muchas de las partes que originalmente escribiste no corresponden con el desarrollo del tema; están fuera de lugar. Las eliminas. A la vez que reescribes ensayas tu manera personal de escribir, con tu léxico, tus pausas. En suma, ensayas el estilo, el cual denota la cultura de cada quien y refleja la riqueza verbal que poseemos.